“Cuenta la historia que el rey Salomón podía hablar con las bestias, las aves, los peces y los gusanos. También puedo hacerlo yo, y no necesito para ello ningún anillo encantado. Por lo que a mí respecta, no considero muy noble emplear anillos mágicos en el trato con los animales. Sin tales encantamientos los seres vivos cuentan, al que sabe escucharlos, las historias más maravillosas, que son precisamente las verídicas”
viernes, 11 de mayo de 2012
Dorothy, la historia de la foto que conmovió al Mundo
El 23 de septiembre de 2008, Dorothy, una hembra de chimpancé que superaba los cuarenta años, murió de un fallo por congestión cardíaca. Esta hembra, una figura maternal y amada por su comunidad, llevaba ocho años en el Centro de Rescate para Chimpancés Sanaga-Yong de Camerún, en el que se da cobijo y se rehabilita a chimpancés que han sufrido pérdidas de su hábitat o que han sido rescatados de manos de comerciantes ilegales.
Después de que un cazador matase a su madre, Dorothy fue vendida como “mascota” a un parque de atracciones en Camerún. Durante los siguientes 25 años de su vida, permaneció atada al suelo con una cadena alrededor de su cuello. Soportando mofas y burlas, sus “cuidadores” la enseñaron a beber cerveza y a fumar para divertir a los visitantes. En mayo del año 2000, Dorothy – obesa por su pobre dieta y la falta de ejercicio – fue rescatada y reubicada junto a otros 10 primates. A medida que su salud se fue restableciendo, comenzó a aflorar su naturaleza amable. Adoptó a un chimpancé huérfano llamado Bouboule y entabló gran amistad con muchos otros primates, incluido Jacky (el macho alfa del grupo) y Nama (otro de los monos rescatados de aquel infame parque de atracciones).
Szczupider, que trabajaba como voluntaria en el centro comenta: “Su presencia, y su pérdida, fueron palpables y resonaron por todo el grupo de monos. La dirección del Centro Sanaga-Yong optó por dejar que el grupo de Dorothy presenciara su enterramiento para que – tal vez a su manera – pudieran comprender que Dorothy no regresaría. Algunos chimpancés mostraron agresividad, mientras que otros parecían frustrados. No obstante la reacción más asombrosa fue un silencio recurrente, casi palpable. Si uno conoce a los chimpancés, sabe que se trata de criaturas que [normalmente] son cualquier cosa menos silenciosas”.
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