sábado, 15 de junio de 2013

El secreto de los mejores sistemas educativos del mundo

Niños en una escuela de Finlandia
Los niños en Finlandia empiezan la escuela a los 7 años, mucho más tarde que en la mayoría de los países del mundo.

No son los que más invierten en educación (menos del 7% del PIB), ni los que imponen la mayor carga horaria a los niños en las escuelas (608 horas lectivas en primaria en comparación con 875 de España, por ejemplo).
Tampoco se inclinan por dar cantidades excesivas de tarea para la casa; y, a la hora de evaluar formalmente el éxito del proceso de aprendizaje, un par de exámenes nacionales cuando los jóvenes dejan la escuela, a los 18 años, les basta.
Entonces, ¿cómo es posible que los alumnos finlandeses siempre ocupen los primeros puestos en las listas internacionales que evalúan los niveles educativos?
En el informe más reciente de PISA -siglas en inglés del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos)- de 2009, Finlandia ocupa el puesto número dos en ciencia, el número tres en lectura y el número seis en matemáticas.
Esta evaluación se realiza cada tres años (los resultados de los exámenes de 2012 se publicarán en diciembre de 2013). En 2006, por ejemplo, Finlandia se estableció en los primeros dos puestos en las tres áreas.
Mientras en América Latina las protestas estudiantiles -más recientemente las de Chile y Colombia- ocurren con frecuencia, Finlandia parece haber encontrado un modelo -de educación gratuita de principio a fin y donde las escuelas privadas casi no existen- que tiene a los maestros y a los estudiantes contentos por igual.
clic Lea: América Latina tiene mala nota en educación

El orgullo de ser maestro

La educación a grandes rasgos

Clase en Finlandia
  • Idea básica: igualdad de oportunidades.
  • Los niños empiezan la escuela a los 7 años.
  • Casi todas las escuelas son públicas (el número de escuelas privadas es ínfimo).
  • Toda la educación es gratuita (desde el preescolar hasta la universidad)
  • La comida y los materiales de estudio también son gratuitos.
  • Durante los primeros seis años de primaria es el mismo maestro para casi todas las asignaturas.
  • Jornada escolar: de 8.30 - 9 a 15 hs., con media hora de almuerzo.
  • Exámenes nacionales cuando los alumnos tienen 18 años
  • Promedio de alumnos por clase: 23.
  • Clases mixtas (mujeres y varones, y diferentes grados de capacidad).
  • Maestros debe tener una maestría para ejercer la docencia.
Son muchos los factores que hacen que la educación en Finlandia sea una de las mejores del mundo, pero uno de los temas clave, según varios expertos consultados por BBC Mundo, es la calidad de los profesores.
"El profesorado tiene un nivel de formación extraordinaria, con una selección previa tan exigente que no se compara con ninguna otra en el mundo", le explica a BBC Mundo Xavier Melgarejo, un psicólogo y psicopedagogo español que empezó a estudiar el sistema educativo en Finlandia hace más de una década.
"Sólo entra en las facultades de educación gente con notas por encima de nueve, nueve y medio sobre diez. Son muy exigentes. Se les hacen pruebas de lectura, sensibilidad artística, de dominio de algún instrumento, de comunicación... Como resultado, las universidades sólo reclutan a un 10% de los estudiantes que se presentan.
Y para ejercer la docencia todos los maestros necesitan hacer una maestría.
La contraparte de esta exigencia es el reconocimiento. No necesariamente en términos económicos, ya que los sueldos de los educadores no presentan grandes diferencias con el resto de Europa (según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, el salario básico de una maestro de primaria es de entre US$29.000 y US$39.000 anuales), sino sociales.
"Los maestros son considerados profesionales académicos y tienen la responsabilidad de desarrollar su trabajo, por eso no se ejerce sobre ellos un control excesivo", le explica a BBC Mundo Anita Lehikoinen, Secretaria Permanente del Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia.
Nurmi
"Aquí no es como en otros sitios, no tenemos tantas normas", dice Hilkka-Roosa Nurmi, profesora de idiomas.
"Esta profesión atrae a tanta gente porque ser maestro es un honor en Finlandia. Probablemente sea la profesión más valorada", acota Melgarejo.
"Yo no soñaba con ser profesora, pero ahora me dedico a esta profesión y me gusta mucho", explica Hilkka-Roosa Nurmi, una profesora de español e inglés que tiene experiencia como docente de estas lenguas en su país y en España.
"Aquí no es como en otros sitios, no tenemos tantas normas. Podemos elegir cómo enseñamos. Tenemos más libertad. Pero esto significa también más responsabilidad", dice.

Tú vales lo que sabes

Gasto público en educación, total (% del PIB)

  • Finlandia: 6,8%
  • Suecia: 7,3%
  • Dinamarca: 8,7%
  • Argentina: 6%
  • Cuba: 13,1%
  • Chile: 4,2%
  • México: 5,3%
  • Estados Unidos: 5,4%
Fuente: Banco Mundial 2009
Otra de las razones por las que el sistema finlandés funciona es, en gran medida, porque la escuela es sólo uno de los engranajes del proceso educativo. Las otras variables de peso son la familia y la sociedad -de tradición luterana- donde hay un elevado sentido de la responsabilidad y donde se valora a las personas "por su formación y no por su situación socioeconómica", dice Melgarejo.
Para darnos una idea, "en la cultura luterana uno se salva cuando lee la Biblia, se llega a Dios a través de la palabra escrita". Y aunque hoy día las iglesias no estén muy llenas, el valor de aprender a leer y escribir ha quedado profundamente arraigado en la cultura finlandesa, agrega Melgarejo.
En esto coincide Lehikoinen: "la mayoría de los hogares están suscritos a uno o varios periódicos y ésta es una tradición que luego se pasa a los niños", señala.
Niños en una escuela de Finlandia
El sentido de la responsabilidad está arraigado en la cultura finlandesa.
Los medios indirectamente también ayudan al aprendizaje de la lectura. "Todos los programas de televisión en lengua original, la mayoría en inglés, están subtitulados y eso impulsa a los niños a aprender a leer y a aumentar la velocidad lectora", señala Melgarejo.
Pero también los finlandeses apuestan por la educación porque saben que como país pequeño, rodeado de vecinos poderosos como Rusia o Suecia y sin un arsenal de recursos naturales a su disposición, la cultura -su dominio en el ámbito del conocimiento- es lo que lo que les da la posibilidad de competir en una economía global.
Y puertas adentro, la excelencia en el nivel educativo se traduce "en un grado importante de cohesión social, que les permite a los finlandeses sentir que son parte de la sociedad, incluso en tiempos de crisis", explica Lehikoinen.

Lecciones para América Latina

"Cuando planteamos grandes reformas educativas, por ejemplo, siempre involucramos a los maestros y a los alumnos, no se trata de órdenes del gobierno que los educadores tienen que acatar, son reformas que hemos preparado juntos"
Anita Lehikoinen, Secretaria Permanente del Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia.
Cuando se dieron a conocer los resultados de la primera evaluación PISA en el año 2000, el gobierno se vio inundado de visitas de delegaciones extranjeras que acudían a Finlandia para descubrir los secretos de la maravilla nórdica e implementarlos en sus propios países.
Alemania por ejemplo, azorada por sus resultados mediocres en la prueba, tomó nota del programa finlandés e introdujo reformas en su sistema.
¿Pero qué posibilidad tienen los países de América Latina, donde la educación pública está lejos de ser un orgullo, donde el sueldo de los maestros no está a la altura de sus responsabilidades y donde no existe un estado de bienestar como en algunos países europeos, de implementar un sistema educativo como el de Finlandia?
"No puedes copiar y pegar el sistema entero", le dice a BBC Mundo Andreas Schleicher, responsable de las evaluaciones PISA, "pero puedes ver cómo los finlandeses saben quién es un buen maestro, cómo los reclutan, cómo les asignan las clases o cómo se aseguran de que cada niño se beneficie de lo que le enseñan".
Clase en Finlandia
A los niños no se les da mucha tarea escolar para la casa.
Melgarejo también cree que se pueden importar ciertos elementos, como mejorar la selección de buenos maestros, fomentar las bibliotecas públicas -ampliamente concurridas en Finlandia- y hacer que las familias contribuyan al proceso de escolarización.
Y quizá una lección útil para América Latina sea aprender cómo Finlandia afronta los cambios en el ámbito de la educación.
"Todo se basa en la confianza mutua y en la construcción de un consenso. Cuando planteamos grandes reformas educativas, por ejemplo, siempre involucramos a los maestros y a los alumnos, no se trata de órdenes del gobierno que los educadores tienen que acatar, son reformas que hemos preparado juntos", afirma Lehikoinen.
Después esta descripción de Lehikoinen, Melgarejo y Schleicher, uno podría tender a imaginarse una clase en Finlandia como una situación idílica: un grupo de niños obedientes escuchando embelesados una clase magistral que interrumpen de tanto en tanto con una pregunta inteligente.
Nada más lejos de la realidad. Los niños hacen las mismas travesuras que en cualquier parte del mundo. Incluso, a veces, "cuando hacen las mediciones de educación es una paradoja porque aunque les va muy bien, cuando les preguntan si les gusta la escuela, siempre dicen que no. Quizá eso se deba al espíritu independiente de nuestros niños", concluye Lehikoinen.

jueves, 6 de junio de 2013

Por qué los bebés de Finalndia duermen en cajas de cartón

 Martes, 4 de junio de 2013

Bebé durmiendo en una caja
Durante 75 años, las mujeres embarazadas en Finlandia han recibido cajas de cartón del Estado. Es como un paquete inicial con ropa, sábanas y juguetes que a su vez puede ser usado como camita. Muchos argumentan que esta política ha ayudado a que al país nórdico sea una de las naciones con menor tasa de mortalidad infantil en el mundo.
Se trata de una tradición que data de la década de los años 30 y busca dar a todos los niños finlandeses, sin importar su condición social, un comienzo de vida equitativo.
El paquete de maternidad, un regalo del gobierno, está disponible a todas las que esperan un bebé.
Contiene monitos, sacos de dormir, ropa para el aire libre, productos para el baño, así como pañales y un colchón pequeño.
Con el colchón en el fondo, la caja se convierte en la primera cama del bebé. Muchos niños tienen su primera siesta dentro la seguridad que brindan las paredes de cartón.
Las madres pueden escoger entre tomar la caja o recibir efectivo (unos US$214), pero el 95% opta por la caja, pues su valor es mucho mayor.
Esta tradición nació en 1938. Al principio era sólo para familias de bajos recursos, algo que cambió en 1949.
"No sólo fue ofrecido a todas las futuras madres, sino que la nueva legislación también significó que, para obtener la caja, tenían que visitar a un médico y una clínica pública prenatal antes de los cuatro meses de embarazo", cuenta Heidi Liesivesi, quien trabaja en Kela, la institución de seguridad social finlandesa.
La caja les daba a las madres lo que necesitaban para cuidar a sus bebés, pero también ayudaba a guiar a las mujeres hacia los brazos de los profesionales de la salud del Estado de bienestar naciente de Finlandia.

Cambio brusco

Recién nacido durmiendo
En Finlandia, el índice de mortalidad por nacimientos ha bajado de más de 70 por cada 1.000 bebés a menos de cinco.
En los años 30, el país nórdico era muy pobre y la mortalidad infantil era alta, con 65 muertes por cada 1.000 nacimientos. Pero estos datos mejoraron rápidamente en las décadas siguientes.
Mika Gissler, un profesor del Instituto Nacional de la Salud y Bienestar en Helsinki, ofrece varias razones para esto: a la caja de maternidad y los cuidados prenatales para todas las mujeres en los años 40 les siguieron, en los 60, un sistema de seguridad social nacional y una red de hospitales centralizada.
Con 75 años, la caja está ahora institucionalizada en Finlandia como la transición hacia la maternidad, algo que une a varias generaciones de mujeres.
Reija Klemetti, de 49 años, vive en Helsinki. Recuerda ir a la oficina de correos y recoger la caja de uno de sus seis hijos.
"Era emocionante recibirla y que de alguna forma fuera la primera promesa de bebé. Mi mamá, mis amigos y mis familiares estaban ilusionados con ver qué tipo de cosas recibiría y qué colores habían escogido para ese año".
Su suegra, de 78 años, contó en gran medida con la caja cuando tuvo al primero de sus cuatro hijos en los años 60. En ese punto, tenía poca idea de lo que podía necesitar.

La caja de hoy en día

  • Colchón, funda de colchón, edredón, manta, saco de dormir / edredón para dormir
  • La misma caja funciona como una cuna
  • Traje para la nieve, gorro, guantes y botas aislantes
  • Traje ligero encapuchado y monos de punto
  • Calcetines y manoplas y sombrero y pasamontañas de punto
  • Monos y ropita en diferentes colores y estampados unisex
  • Toalla de baño con capucha, tijeras de uñas, cepillo de pelo, cepillo de dientes, termómetro de baño, crema de pañales, estropajo para el baño
  • Pañal de tela y trapos para limpiar a los bebés
  • Libro de imágenes y juguetes para la dentición
  • Parches para los pechos, condones
Más recientemente, la hija de Klemetti, Solja, compartió con 23 años la emoción que su madre sintió una vez, cuando se hizo poseedora de la "primera cosa substancial" incluso antes que el bebé. Ahora tiene dos hijos.
"Es fácil saber en qué año nacieron los bebés, porque cada año cambia un poco la ropa que viene. Está bien comparar y pensar 'ese niño nació el mismo año que el mío'", dice Titta Vayrynen, una madre de 35 años que tiene dos hijos.

"Las más felices"

Algunas familias no podrían costear el contenido de la caja si no fuera gratuito, a pesar de que para Vayrynen fue más una cuestión de ahorrar dinero.
Ella trabajaba muchas horas cuando quedó embarazada de su primer hijo y agradeció no tener que buscar tiempo para salir de compras y comparar precios.
"Hubo un reciente informe en el que se asegura que las madres finlandesas son las más felices del mundo, y la caja es una de las cosas que me vienen a la mente. Nos cuidan muy bien, incluso ahora que algunos servicios públicos han sido recortados", agrega Vayrynen.
Cuando tuvo a su segundo hijo, Ilmari, ella optó por el dinero en efectivo en lugar de la caja y sencillamente volvió a usar todo lo que le habían dado para su primogénito Aarni.
Un niño también puede pasarle ropa a una niña y viceversa, pues los colores son deliberadamente neutrales.
El contenido de la caja ha cambiado bastante con el paso de los años.
Durante las décadas del 30 y del 40, tenían telas porque las madres estaban acostumbradas a confeccionar ropa de bebés.
Pero durante la Segunda Guerra Mundial, el algodón y los tejidos eran requeridos por el Ministerio de Defensa, así que en las cajas había sábanas de papel y un cobertor de tela.

Historia de una caja

Caja de 1953
  • 1938: dos tercios de las mujeres que dieron a luz ese año fueron candidatas al subsidio en efectivo, la caja de maternidad o una mezcla de las dos. Desde el principio el paquete podía ser usado como una cuna en hogares más pobres, donde las condiciones higiénicas no eran las más apropiadas para el bebé.
  • 1940: a pesar de la escasez en tiempos de guerra, el programa continuó cuando muchos finlandeses perdieron sus casas en los bombardeos y evacuaciones
    .
  • 1942-6: El papel remplazó a la tela en artículos como envolturas de pañales y sábana para la madre.
  • 1949: El paquete es ofrecido a todas las madres en Finlandia, siempre y cuando se hicieran controles de salud prenatal (el paquete de la foto de arriba es de 1953).
  • 1957: Las telas y material para coser fueron remplazados por prendas ya confeccionadas.
  • 1969: Se añaden pañales desechables al paquete.
  • 1970: Con más mujeres trabajando, las ropas blancas se sustituyen por algodones elásticos y fáciles de lavar.
  • 2006: Se reintroducen los pañales de tela y se retira el biberón para fomentar la lactancia materna.
En los años 50 hubo un incremento de la ropa fabricada, y en los 60 y 70 la indumentaria incorporó nuevas telas elásticas.

Sin desechables ni biberones

El saco de dormir apareció en 1968, y al año siguiente hubo pañales desechables por primera vez.
Pero no por mucho tiempo.
Con la llegada del nuevo siglo, retiraron los pañales desechables y regresaron los de tela, cumpliendo con lineamientos de protección del medio ambiente.
Motivar una buena maternidad y paternidad siempre ha sido parte de la política de la caja.
"Los bebés solían dormir en la misma cama que sus padres y se recomendó dejar de hacerlo", explica Panu Pulma, profesor de historia finlandesa y nórdica en la Universidad de Helsinki. "Incluir la caja como cama significó que la gente empezó a dejar que sus bebés durmieran aparte".
En determinado momento, las botellas de bebés (biberones o teteros) y los chupetes o chupones fueron retirados para promover la lactancia materna.
"Uno de los principales objetivos de todo el sistema ha sido lograr que las mujeres den más el pecho", dice Pulma, quien agrega que "ha funcionado".
El experto también piensa que incluir un libro de cuentos ilustrado ha tenido un efecto positivo, pues motiva a los niños a manipular libros y, un día, a leerlos.
Además de todo esto, Pulma asegura que esta caja es un símbolo.
Un símbolo de la idea de igualdad y de la importancia de los niños.

viernes, 31 de mayo de 2013

Pregnant women that get the flu are four times as likely to give birth to a baby who will have bipolar disorder. Contracting the flu during the second and third trimesters are especially dangerous, though the first trimester isn't exactly safe. A previous study has shown that schizophrenia risk is increased threefold with the flu.

The CDC has recommended flu shots for pregnant women for years, but only a fraction heed the warning.

More info: http://bit.ly/16crWpW

Photo credit: Getty Images
no, le dejamos morir y luego defendemos la vida con una ley contra el aborto...




Carpa Cacoon, diseñado por Nick MacDonald




jueves, 16 de mayo de 2013

¿Qué otro tipo de pantuflas se pueden hacer con materiales reutilizados?

Entrá en www.dondereciclo.org y empezá a cuidar el futuro de todos.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Cantando en la gasolinera!

Empezó como una broma de cámara oculta para un programa de Tv en la que pedían a la gente que estaba repostando en una gasolinera que cantara. Sin embargo esta reacción fue tan espontánea que ya se ha convertido en toda una estrella mediática en la red. Buenísimo!!!! jajajaja qué alegres!!!!!!



martes, 14 de mayo de 2013

los nacionalismos



jajaja

"Eso de extrañar, la nostalgia y todo eso es un verso. No se extraña un país, se extraña el barrio en todo caso, pero también lo extrañás si te mudás a diez cuadras. El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país, es un tarado mental. ¡La patria es un invento! ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño? Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Una estadística, un número sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente; tu país son tus amigos, y eso sí se extraña, pero se pasa." Federico Luppi en la película "Martín Hache"

Holanda, el país que hará estallar el euro

¿Qué país de la eurozona está más endeudado? ¿Los griegos derrochadores, con sus generosas pensiones estatales? ¿Los chipriotas y sus bancos repletos de dinero sucio ruso? ¿Los españoles tocados por la recesión o los irlandeses en quiebra? Pues curiosamente son los holandeses sobrios y responsables.
La deuda de los consumidores en los Países Bajos ha alcanzado el 250% de la renta disponible y es una de las más altas del mundo. Como comparación, España nunca ha superado el 125%.
Holanda es uno de los países más endeudados del mundo. Está sumido en una recesión y demuestra pocos signos de salir de ella. La crisis del euro se lleva arrastrando tres años y hasta ahora sólo había infectado a los países periféricos de la moneda única. Holanda, sin embargo, es un miembro central tanto de la UE como del euro. Si no puede sobrevivir en la Eurozona, se habrá acabado todo.
El país ha sido siempre uno de los más prósperos y estables de Europa, además de uno de los mayores defensores de la UE. Fue miembro fundador de la unión y uno de los partidarios más entusiastas del lanzamiento de la moneda única. Con una economía rica, orientada a las exportaciones y un gran número de multinacionales de éxito, se suponía que tenía todas las de ganar con la creación de la economía única que nacería con la introducción satisfactoria del euro. En vez de eso, ha empezado a interpretar un guión tristemente conocido. Está estallando del mismo modo que Irlanda, Grecia y Portugal, salvo por una mecha algo más larga.

Burbuja inmobiliaria

Los tipos bajos de interés, que obedecen a los intereses de la economía alemana ante todo, y mucho capital barato han creado una burbuja inmobiliaria y la explosión de deuda. Desde el lanzamiento de la moneda única hasta el pico del mercado, el precio de la vivienda en Holanda se duplicó, convirtiéndolo en uno de los mercados más sobrecalentados del mundo. Ahora se ha estrellado estrepitosamente. Los precios de la vivienda caen con la misma velocidad que en Florida cuando el auge inmobiliario americano se marchitó.
Actualmente, los precios son un 16,6% más bajos que en lo más alto de la burbuja de 2008 y la asociación nacional de agentes inmobiliarios predice otra caída del 7% este año. A menos que haya comprado su casa en el siglo pasado, ahora valdrá menos de lo que pagó e incluso menos todavía de lo que pidió prestado por ella.
Por todo ello, los holandeses se hunden en un mar de deudas. Por encima del 250%, la deuda de los hogares es mayor aún que la de Irlanda, y 2,5 veces el nivel de la de Grecia. El Gobierno ya ha tenido que rescatar a un banco y, con unos precios de la vivienda en caída continua, lo más probable es que le sigan muchos más. Los bancos holandeses tienen 650.000 millones de euros pendientes en un sector inmobiliario que pierde valor a toda máquina. Si hay un dato demostrado sobre los mercados financieros es que cuando los mercados inmobiliarios se hunden, el sistema financiero no se hace esperar.

Profunda recesión

Las agencias de calificación crediticia (que no suelen ser las primeras en estar al tanto de los últimos acontecimientos) ya se empiezan a dar cuenta. En febrero, Fitch rebajó la calificación estable de la deuda holandesa, que sigue con su triple A, aunque sólo por los pelos. La agencia culpó a la caída de los precios de la vivienda, el aumento de la deuda estatal y la estabilidad del sistema bancario (la misma mezcla tóxica de otros países de la Eurozona afectados por la crisis).
La economía se ha hundido en una recesión. El desempleo aumenta y alcanza máximos de hace dos décadas. El total de parados se ha duplicado en sólo dos años y en marzo pasó del 7,7 al 8,1% (una tasa de aumento todavía más rápida que la de Chipre). El FMI predice que la economía encogerá un 0,5% en 2013, pero los pronósticos tienen la mala costumbre de pasarse de optimistas. El Gobierno incumple sus déficits presupuestarios pese a haber impuesto unas medidas severas de austeridad en octubre. Como otros países de la Eurozona, Holanda parece encerrada en un círculo vicioso de paro en aumento e ingresos fiscales en descenso, que conduce a todavía más austeridad e incluso más recortes y pérdida de empleo. Cuando un país se sube a ese tren, cuesta mucho salirse de él (sobre todo dentro de los confines del euro).
Hasta ahora, Holanda había sido el gran aliado de Alemania en la imposición de la austeridad por todo el

minicasas


lunes, 13 de mayo de 2013



Liquidación por derribo, por Laura Etxebarria

Se avecinan tiempos muy duros. Para todos, para mí también.
Facturo menos de la mitad de lo que facturaba hace cinco años, pero mis gastos han aumentado, entre otras cosas porque me han subido los impuestos. La subida del IVA me va a arruinar, puesto que yo soy autónoma y trabajo en el sector cultural. A mi alrededor todo el mundo es víctima de una psicosis de crisis: desánimo general. Y nos quedan dos opciones. O pasarnos el día deprimidos y frustrados, o recordar que no necesitamos un secador de pelo. Tampoco necesitamos vestir según la tendencia, mucho menos vestir así a nuestros hijos.

Podemos vivir sin coche desde el momento que la que escribe
vive sin él, y sin televisor. Podemos, aunque no lo parezca, sobrevivir a base de arroz y espaguetis, lechuga y manzanas. Todos esos anuncios que nos hacen creer que seremos muy malas madres si no le compramos a nuestro hijo cierto producto son falacias. Nuestros hijos necesitan mucho más de nuestro cariño que alimentos enriquecidos en calcio, hierro y vitaminas cuya eficacia real, según la comunidad científica, es discutible, por no decir nula. Nosotros fuimos siete hermanos y mis padres no eran ricos, y sé que mi madre invertía en siete niños lo que las actuales familias destinan a uno solo. Y crecimos, como ustedes pueden comprobar si ven mis fotos, lozanísimos. Yo heredaba la ropa de mis hermanas, y no tengo ninguna vergüenza en reconocerlo. No tuve habitación propia. No crecí con un trauma por ello, tengo otro tipo de traumas bastante más complicados. Si algo marchó mal en la infancia, el problema no fue el de vivir sin lujos, desde luego.

Para intentar adelgazar acabamos gastando más dinero que en
comer. Compramos cosas que no necesitamos (ropa y cosméticos,
sobre todo) porque no sabemos diferenciar entre necesidad, deseo y capricho. Nos deshacemos de ropa sin remendarla, tunearla o arreglarla, sólo porque se ha pasado de moda y porque las nuevas generaciones no saben, ya no coser, sino pegar un botón, zurcir un siete o recoser un dobladillo. Y probablemente, no se pondrían una camisa remendada, aunque luego lleven vaqueros rotos que les han costado cien euros. Hemos vivido secuestrados por el espejismo consumista y somos víctimas de un síndrome de Estocolmo brutal y colectivo. Y somos como niños sobreprotegidos que no aprenden a andar porque se han pasado el día en brazos de sus madres. Se nos ha olvidado que quien compra lo superfluo acaba por vender lo necesario.

Uno de mis mejores amigos constituye un claro ejemplo andante
de este despertar espiritual que a algunos les ha supuesto la
crisis. Cuando le conocí, acababa de cumplir 30 años, había montado una pequeña empresa de reformas con dos compañeros de facultad y básicamente se dedicaban a instalar cocinas y baños en los barrios residenciales de chalets adosados que entonces proliferaban como hongos en la sierra norte de Madrid. Vivía con sus padres no porque lo necesitara —ganaba bastante dinero— sino porque le era cómodo. Su madre, que nunca había trabajado fuera de casa, no tenía problema en hacer de criada para sus dos hombres y a su padre no le importaba que de vez en cuando se llevara chicas a dormir, más bien se sentía orgulloso de ello. Vivía pues a pensión completa y gratuita, así que se podía guardar todo el sueldo para él. Pero no ahorraba.

Tenía un coche muy llamativo y salía todos los fines de semana
con sus amigos a cenar en restaurantes caros y de copas por los antros de modernidad, hasta la amanecida, con alguna que otra rayita de coca para mantenerse. El resto del dinero lo gastaba en ropa cara, ordenadores, videojuegos, cine, conciertos y viajes. Era, aún es, un hombre muy guapo y parecía que lo tenía todo en la vida.

Llegué a escribir un artículo inspirado en él y sus amigos: trataba de los kidults o adultescentes, esos tipos de 30 años que viven como niños; que tienen iPad y zapatillas Converse; que se saben el nombre de todos los personajes de Los Simpson y son fanáticos de StarWars; que ven más Cartoon Network que Fox News o CNN; que se van de marcha con su grupo de colegas, al que siguen considerando su «pandilla»; que no saben comprometerse en
relaciones afectivas estables y monógamas; que adoran el desayuno
de su mamá y en lugar de camisa llevan camisetas con la efigie de Naranjito.

Y de pronto, su mundo se desmoronó. Llegó la crisis y cesaron
los encargos. Cada vez facturaban menos hasta que hubo que cerrar
la empresa. Encontró trabajo en un estudio con jornadas maratonia-
nas y sueldo de mileurista, y aún podía estar contento de no haber
ido a engrosar las filas del paro. A su padre le dieron la jubilación
anticipada y se dio cuenta de que no podía mantener los gastos de
comunidad, luz y agua del enorme piso de Madrid, así que lo alquiló
y se retiró a su pueblo natal de Cáceres, cumpliendo el sueño de
su vida. Mi amigo se fue a vivir con otro a un piso compartido. Tuvo que aprender a limpiar y a cocinar, a poner lavadoras y a planchar camisas. Además, trabaja más que antes, así que los fines de semana está agotado. Pero ésa no es la única razón por la que ya no sale de noche. Económicamente, ya no puede permitírselo.

Hace vida diurna. Da largos paseos por el Retiro, visita exposiciones gratuitas y ve películas en la Filmoteca, a dos euros la sesión. Me pide prestados ensayos y novelas porque le ha cogido el gusto a la lectura. Su vida sexual se ha reducido: a las chicas era más fácil convencerlas a las seis de la mañana, con muchas copas y muchas rayas en el cuerpo, que de día y sin estimulantes, porque le falla la labia, y ellas no se muestran tan desinhibidas. Además, no es tan fácil seducir a según qué féminas cuando ya no puedes invitarlas a restaurantes caros ni pagarles las copas. Este verano se ha quedado en Madrid porque no tiene dinero para viajes, así que le presté mi casa a cambio de que me cuidara las plantas.

«¿Sabes? —me dice—. Antes, los domingos por la tarde, solía
tener unas depresiones tremendas, un vacío espantoso, supongo quepor el bajón del alcohol y la coca. Ahora me levanto a las ocho y me voy a correr. El otro día vi amanecer en el Retiro y me di cuenta de que era la primera vez que lo hacía estando sobrio. Entonces pensé que hacía años que no era tan feliz.»

Evidentemente este cuento con final feliz no es aplicable a todo
el mundo. No a familias desahuciadas, ni a aquellas que tengan que
convivir con familiares en situación de dependencia, ni a parados de
larga duración, ni a quienes sobreviven gracias a los comedores de
Cáritas. Sería ridículo pensar que la crisis es buena, no lo es. Aun así no podemos permitirnos abandonar el optimismo. Debemos animarnos los unos a los otros. Leer, compartir ideas, reclamar el cambio, combatir colectivamente la frustración, la rabia y la violencia, la sensación de resignación y desánimo generalizados. Necesitamos sociedades civiles activas, que no deleguen, que no se rindan.