El
okapi, Okapia johnstoni, de cuerpo semejante al de una jirafa, pero con
cuello y patas más cortos, es un animal que se encuentra solo en las
zonas de bosque húmedo y denso del oeste de África Central, lo que
explica que fuera desconocido por los zoologos hasta 1901. Antes sólo lo
cazaban los pigmeos, y nadie más estaba
seguro de su existencia. Su descubridor Sr Harry Johnton, al principio
pensó que este animal de 2m de longitudentre cabeza y cuerpo y 43cm de
cola podia ser un tipo de cebra. No obstante, todos los otros miembros
de la familia de los caballos vivian en areas abiertas no en bosques.
Comprendió que se trataba de un tipo de jirafa al analizar distintos
cráneos. Todos poseían los caninos lobulados y cuernos permanentes, parcialmente
cubiertos por la piel, característico de las jirafas. En el okapi, los
cuernos puntiagudos sólo esta presente en los machos.
Cuando
la gente observa los pocos okapis cautivos en los zoos y los compara
con las jirafas, raramente alguien aprecia sus similitudes, puesto que
superficialmente presentan también marcadas diferencias. Ello puede ser
debido al habitad de cada especie.
El
hábitad de bosque ha afectado mucho al okapi, Su piel tiene un rico
sombreado oscuro, con marcas blancas en las nalgas, patas y cuello.
Esta coloración sirve para camuflar al animal en el bosque denso. Sus
orejas son amplias, útiles para
detectar el peligro cercano. Vive una vida relativamente solitaria, a
causa de que es poco ventajoso unirse en rebaños cuando la visión es
limitada, y el ruido de un grupo es mas facil de captar por su principal
depredador, el hombre.
Como
la jirafa, el okapi no es mudo, sino que emite algunas voces, por lo
menos en cautividad, único lugar donde ha sido estudiado algo. Tambien
como la jirafa, se alimenta ramoneando.
“Cuenta la historia que el rey Salomón podía hablar con las bestias, las aves, los peces y los gusanos. También puedo hacerlo yo, y no necesito para ello ningún anillo encantado. Por lo que a mí respecta, no considero muy noble emplear anillos mágicos en el trato con los animales. Sin tales encantamientos los seres vivos cuentan, al que sabe escucharlos, las historias más maravillosas, que son precisamente las verídicas”
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