El anagrama vegetal que parece firmar la postal de la plaza de la Virgen Blanca desde hace seis semanas y que el Gabinete Maroto mandó hacer para dotar a la Capital Verde Europea de 2012 de un emblema 'green' es, en realidad, un monumento antiecológico. Así lo denuncia la comunidad de botánicos especializados en plantas briofitas, como el musgo, una de los dos variedades que se han empleado para revestir la estructura metálica que dibuja los nombres de la ciudad en castellano y euskera, enfatizados con una exclamación. «La técnica no permite por ahora cultivar musgo en viveros. Solo se puede obtener extrayéndolo del medio natural y difícilmente se regenera. Utilizar un ser vivo arrancado de la naturaleza para crear un símbolo de las políticas verdes de esta ciudad constituye una tremenda incongruencia», censura el vitoriano Patxi Heras, uno de los especialistas en este tipo de plantas más reputados del país.
El 'insostenible' despropósito no acaba aquí. El musgo usado por el vivero alicantino para confeccionar el encargo del Ayuntamiento pertenece a la especie 'sphagnum magellanicum' y ha sido importado de Chile. «Se trata de un tipo nada común -en la actualidad, se estudia su inclusión en la lista roja de especies en vías de extinción en España- que crece en un ambiente muy singular, como son las turberas, un ecosistema extremadamente valioso para el mundo y, sin embargo, el más amenazado hoy en día», asevera el científico.
La importancia de este hábitat estriba, explica Heras, en la capacidad de su principal inquilino, el musgo, de almacenar agua. «Hasta veinte veces su propio peso. Por eso, las turberas conforman las reservas hídricas del planeta», afirma. «Su destrucción provoca que, cuando llueve, el agua se escape provocando riadas y, en época de sequía, que las poblaciones queden desabastecidas». A esa cualidad de aljibe global se suma que los humedales dominados por el 'sphagnum' poseen un elevado potencial de almacenamiento de carbono, debido a su parsimoniosa descomposición. Su eliminación altera esa función y favorece el cambio climático.
Actividad sin regulación
La nación que comanda Sebastián Piñera lidera, junto a Brasil, Nueva Zelanda o Australia el comercio de dudosa ética de este tipo de musgo, una actividad que ha crecido notablemente en los últimos años alimentada por su demanda en la horticultura y en la producción de artículos manufacturados, como los pañales. A diferencia de lo que ocurre en las Antípodas y en la Unión Europea, Chile carece de cualquier regulación legal en la extracción de lo que allí denominan «pompón».
Esta circunstancia ha propiciado, por un lado, «verdaderos estragos en muchas zonas de extracción» y, por otro, la aparición de una «mafia subterránea que se está aprovechando de la situación». «Muchas empresas que traen el musgo a Europa -en especial, a Francia- no están sensibilizadas con el tema. Venden la imagen de un recurso renovable y hablan de comercio justo, pero la realidad es que los operarios son campesinos que trabajan en condiciones miserables. Venden por sacos el material a intermediarios y éstos son los que lo explotan», asegura Juan Larraín, miembro del Departamento de Botánica de la Universidad chilena de Concepción y estudioso del tema. «Por todo ello, y teniendo en cuenta el problema ambiental que genera en Chile, es un contrasentido que Vitoria haya empleado ese musgo para su emblema 'green'», valora.
Para Carolina León, una compatriota que realiza una investigación predoctoral en el Departamento de Biología Vegetal de la Universidad Complutense de Madrid, Vitoria «no puede acreditar que el musgo proviene de una extracción sostenible. Por ello, es contradictorio promover un desarrollo sostenible sin asegurarse que lo que se usa como símbolo de esa política ha podido causar serios daños ambientales en su lugar de procedencia».
Verde de 'bote'
El espinoso asunto cobra un tinte entre zafio y absurdo si se tienen en cuenta otros dos factores. El primero, que el musgo en cuestión se caracteriza por su vivo color rojo. «Cuando se seca cambia a una tonalidad pajiza. El del logotipo es verde, lo que indica que ha sido teñido», asevera Heras. El segundo, que se ha empleado como elemento de sujeción de la otra planta usada para ornamentar la estructura, de la especie 'Dyamondia' y habitual en los viveros. «Desconozco por qué no se ha recurrido para ello a las esponjas que venden en las floristerías o a ropa reciclada, como han hecho en el Museo de Ciencias de Toulouse para acondicionar varias paredes naturales».
Pero aún hay más. El Ayuntamiento estaba advertido. El pasado octubre, y tras conocer el proyecto municipal a través de EL CORREO, el propio científico les previno. Heras, socio del Grupo Internacional de Conservación del Musgo y de la Sociedad Española de Briología, avisó a los responsables de la Green Capital de lo disparatado de la idea. Pero, al parecer, no la reciclaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario